miércoles, 29 de agosto de 2012

Una razón para ocupar las palabras de otros


En variadas ocasiones, no sabemos definir las emociones que cruzan  nuestro sistema emocional; eso es porque mientras nuestro cerebro se deja llevar por los mecanismos primarios de reacción nuestro lenguaje se limita a admitir que está confundido.

No reconocemos entre tantas emociones de las que puede escoger un humano, y nos sentimos tan extraños como en un buffet donde no conocemos el nombre del platillo que queremos comer aun cuando recordamos su sabor. Danzamos a un ritmo tan acelerado que apenas reconocemos las notas.

El lenguaje es la única herramienta con la que contamos para justificar la realidad y veracidad de nuestros cúmulos de emociones, pero y si nuestro vocabulario es tan precario que no nos expresamos con claridad, sólo nos queda ayudarnos de las obras de grandes maestros; poetas que nos guían en el laberinto de reacciones bioquímicas que inundan nuestra lengua con incomprensible tartamudez.Un ejemplo

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